9.9.08

Echo de menos

No fueron azules...pero fueron blancas. Seis blancas y una roja en el centro. Odiosa floristería, no vuelvo a ir más. Lo más importante es que a Sonrisa se le cayó la baba y me llamó ronroneando como un gato, más niña que nunca.
Ayer fue su cumple y salimos a celebrarlo por ahí con nuestros amigos. Yo la vi bellísima, no sé por qué pero cada día está más guapa. No sé tampoco por qué, pero yo cada día me siento más extraña. Echo de menos algo de Sonrisa que no sé qué es. Está obsesionada con su nueva vida, con sus nuevas amigas y habla todo el rato de lo mismo. Me empiezo a cansar y, sin pelos en la lengua, se lo digo, pero le sienta fatal y tengo que callar y hacer como que no pasa nada.
Tiene cojones la cosa...
Ayer por la noche soñé que me hacían el amor. Era tan real que hasta creo que tuve un orgasmo. Mi cuerpo está revolucionado de nuevo, lo conozco. Me gusta cerrar los ojos y recordar las sensaciones que sentí en el sueño. Pero la cara de Sonrisa no está en esa parte de mi memoria.
No sé qué me pasa...siempre la misma historia de dudas y amor, porque la adoro, lo sé y lo sabéis, pero me gustaría tanto que otros brazos me abrazaran y otros labios me recorriesen...¿por qué me pasa esto?

3.9.08

Juego de niños


He hecho una locura y ya que no lo sabe nadie en el mundo, tengo que contároslo. El lunes es el cumpleaños de Sonrisa y le he comprado un ramo de flores, pero no de flores cualquiera, de rosas azules. Desde que la conozco, jamás ha tenido una debilidad parecida a la mía. Yo siempre me derrito con el chocolate, ella prefiere el dulce de leche; a mí me encantan los libros, a ella la música; yo me muero por un masaje, ella por una guitarra. Sin embargo, sé que las flores le gustan y ahí coincidimos.
Nunca nadie, a excepción de mi padre todos los San Valentín desde que recuerdo, me ha regalado flores. Siempre lo he visto un detalle romántico, sencillo y precioso y lo he ansiado con mucha fuerza. Pero los hombres con los que he estado nunca han sabido de mi deseo, no sé si Sonrisa lo puede intuir, porque se me cae la baba cuando veo los ramos en las floristerías...qué más da, ella me hace el regalo más importante: quererme. Con eso me basta y me sobra.
Pero yo no pude resistirlo, y temiendo que el regalo me gustara más a mí que a ella, dudé. Luego pensé, ¿estás loca? ¡Le va a encantar! Fui a la floristería y encargué el ramo. Un ramo precioso con rosas azules y, en su centro, una rosa blanca. Rosas especiales para alguien único en el universo, y el centro, mi corazón hecho rosa, mi corazón para la persona con la que quiero compartir todos los días de mi vida.
Ahora tengo miedo, el mismo lunes se lo enviarán a casa, con sus padres, con la ignorancia de sus padres y con mi temor de que todo esto salga a la luz. Pero...¿no voy a hacer feliz a mi Sonrisa por el estúpido miedo, por las malditas apariencias? Al cuerno todo, que sea un día especial para ella no tiene precio.
Sin embargo, reconozco que estoy hecha polvo. Me han despedido del trabajo, de un día para otro y ha sido como un jarro de agua fría. Esperaba un poco más de consuelo por parte de Sonrisa, pero ella también tiene sus propios y difíciles problemas y no puedo exigirle mucho. Ella es maravillosa pero, a veces, siento que demasiado niña. Así la amo, qué voy a hacer.
Estoy deseando que el tiempo corra rápido y que me llame después de ver las flores y que me diga qué siente. No puedo esperar...estoy muy emocionada. A veces no sé quién es más niña de las dos...